Saber
Quién le pone nombre a las cosas. La búsqueda del origen de algo. Nombrar para saber. Saber no alcanza.
Cuando fuimos a ver la esquina donde abrimos La Fuerza Bar encontramos que en el frente tenía una pintada sobre El secreto de sus ojos. También tenía unas estrellas con los nombres de algunos de los actores, y el director, que fueron parte de la película.
En el barrio había pintados otras paredes y esquinas con imágenes de películas hechas en Argentina. Nos enteramos que fue algo que se hizo en ese barrio porque era algo así como un polo audiovisual. Ni idea que era eso ni si lo sigue siendo.
Sí supimos que había varias productores, algunas que trabajaban con temas audiovisuales, porque gente que trabajaba en ellas estuvo entre los primeros que vinieron al bar. También supimos que la imagen de Darin, Villamil y Francella era por lo que mucha gente recordaba esa esquina.
A la pregunta sobre dónde estaba el bar yo respondía de distintas maneras buscando cuál era la mejor, la más eficaz: que estaba en Dorrego y Castillo, la real, que estaba en Dorrego y Charlone, que son la misma calle pero con el nombre que tienen y cambia a un lado y el otro de la avenida, que era a una cuadra de Córdoba y Dorrego o que estaba a unas cuadras del Mercado de Pulgas.
Ninguna de esas funcionó tan bien como la de decir que estaba en la esquina de El secreto de sus ojos. La que tenía pintada a los personajes de la película. Así que pasó a ser la que más usé.
Terminó siendo parte de lo que contamos del bar, y me cerrar la persiana fue parte de de los días iniciales de pandemia, por eso elegí esta foto.
Hace unos días en una de las muchas reuniones de trabajo sobre el bar Nicolas, que trabaja entre muchas otras cosas con temas de mantenimiento dijo que había que sacar la cortina porque estaba rota, que no había forma de arreglarla.
(cuando estaba terminando de escribir esto que está acá arriba fui a buscar algo que ya había escrito a partir del bar, la película y la pintada y me di cuenta que era casi exactamente igual. Sobre algunas cosas decimos siempre lo mismo, lo que cambia es cuándo)
Este envío lo estoy mandando más tarde que casi todos los que mandé antes, porque lo estoy escribiendo entero ya en domingo. Casi todos los otros los termino antes y programo que se manden a las 6 y algo de la mañana. La idea del domingo y el horario vienen de algo algo vinculado a mi viejo.
Mi papá trabajó en el campo, como veterinario rural, toda su vida. Pasaba toda la semana de lunes a viernes fuera de casa. Los domingos, solía decir, que le agarraba una angustia fuerte por tener que irse y dejarnos a sus hijos y no vernos todos esos días. Ya más grande, casi jubilado, y con sus 4 hijos grandes y viviendo solo decía que le seguía pasando lo mismo los domingos al atardecer.
Creo que le pasa a mucha gente lo de la angustia de los domingos. Que le pasee a mucha gente igual no cambia el sentimiento en el recuerdo. Un recuerdo muy vivido que tengo de mi papá era sentir sus movimientos antes de irse a trabajar los lunes, antes de las 5, 6 de la mañana que era la hora en que se despertaba y justo antes de partir entrar a mi habitación y acariciarme la espalda y darme un beso.
Domingos y muy temprano, uní dos cosas que son nudos en mi memoria como una forma de pensar que puedo desatarlos. Hacer algo con ese saber: contar cosas, esos días, al alba.
Cuando me enteré que íbamos a tener que sacar la cortina pensé dos cosas: que teníamos que encontrar la forma de encontrar al que la había pintado y que teníamos que registrar el momento en que la sacábamos porque es importante tener qué mostrar cuando se cuenta algo así. Porque al final es algo que la gente veía.
Podes escribir sin mostrar imágenes, no yo.
Pedí que cuando se haga eso alguien saqué fotos o avise y me puse a hablar de esto. A contar que se iba a sacar la cortina y quería encontrar a la persona para ver si la puede volver a pintar. Se lo contaba a gente random, no importaba tanto el quién sino decirlo, nombrarlo, sacarlo afuera como la primavera.
Una noche recibí a unos periodistas que trajo al bar el Ente de Turismo. Lo mejor fue que ninguno conocía nada de La Fuerza, ni siquiera lo había escuchado nombrar, así que les conté el proyecto desde el principio, cómo nació la idea del vermú, cómo la del bar, cuando abrimos y ahí también metí lo de la esquina, la cortina, la forma en que mucha gente la recordaba.
Y dije que ahora íbamos a tener que sacar la cortina.
Una de las dos mujeres que acompañaban a los periodistas me dijo que tal vez podía averiguar porque eso lo habían impulsado desde el Gobierno de la ciudad. Le pedí que por favor lo haga y que me escribiera si se enteraba de algo.
Unos días después me escribió por whastapp y me dijo que había conseguido el nombre pero que no sabía si seguía siendo el contacto de él. Christian English decía el contacto.
Le escribí, presentándome y contando lo que conté hasta acá. Su primera respuesta fue muy escueta, y siguió respondiendo sin muchas palabras a cada cosa que contaba. En sus respuestas me dijo que no sabían quién lo había pintado porque taparon la firma, que se suponía que esa cortina no se tenía que subir y bajar y que le habían dicho que ahí había un estudio de fotografía que iba a mantener las cortinas cerradas.
Vi que había algún quilombo y le adelante que mi idea era ver si se podía volver a pintar el mural en las nuevas cortinas.
Ahí sentí que se soltó y me dijo que le dio bronca que pusieran un bar ahí, en el lugar que iba a ser un homenaje a la película y me preguntó cuál era la relación entre el mural y el bar. Era una buena pregunta pero que por suerte tenía una respuesta muy simple:
Ninguna relación.
Solo que estaba ahí antes de que abriera el bar y decidimos conservarlo. Y que muchos nos preguntaban si lo habíamos hecho nosotros y les decíamos que no, que estaba ahí, y que como era algo por lo que la gente reconocía la esquina lo dejamos.
Y cuando le dije eso, cuando lo escribí en esa charla de chat entendí algo más. Sobre algo muy boludo que habíamos hecho pero que era un poco la forma de pensar y hacer que tenía mucho de lo que hicimos: pensar que es algo antes de tomarlo y querer darle forma, escuchar antes de hacer, buscar de donde vienen las cosas.
Y pensar que contarlo es lindo. Pero que lo mejor es salir a buscar si hay algo para contar porque ahí podes ver la forma de las cosas, el tiempo. Querer saber antes de hacer.
La charla siguió con Christian, me contó cómo se hizo ese y cuantos murales fueron parte de la movida, también que le dijeron cosas insólitas, como que esa esquina nunca más iba a abrir, que iban a hacer una inauguración que no se hizo cuando le dijeron pero sí otra que se hizo y no lo invitaron, que pensaba que esa cortina no se cerraba más y su mural jamás se veía, que le gustaría poder hacerlo de nuevo y que era difícil juntarnos a hablar de esto porque ahora vivía en Comodoro Rivadavia.
También me compartió este video sobre la realización del mural.
No se si el mural lo vamos a volver a pintar, me gustaría pero no depende solo de eso. Hay que pensar y tomar la decisión teniendo en cuenta el valor del trabajo, la distancia del autor, el nuevo material de la persiana y las posibilidades de pintar sobre él o el momento en que se haría y para qué.
Ya se casi todo sobre el mural, cómo y por qué se hizo, mucho de lo que le pasó al autor y ahí solo comienza toda la otra parte de la pintura, siendo parte del bar, de una persiana que se abría y cerraba todos los días.
Con todo esto podemos hacer algo, mucho mejor a lo que podíamos hacer sin saber. Aunque también sabemos que con saber no alcanza.