Ideal
Yo en mis hermanas. Cavani, Zenon y el pulso del Once. La memoria y la desconexión. El graffiti que ya no está, las discusiones y los paseos.
Hace unos días fui con mi mamá y mis tres hermanas al teatro en la calle Corrientes y antes pasamos por un vermú en La Ideal. La confitería me sirve de derrotero de mi porteñidad, desde que la descubrí cuando me vine a la ciudad en el 2000, tras vivir un año fuera del país y vivía a unas cuadras, pasando a las veces que la visité en plan caminar la ciudad buscando lugares especiales a los que pudiera ir por la muy poca plata que tenía, la que visité en fiestas donde se iba moliendo desde adentro hasta que conocí al que decidió ponerla en valor cuando estaba a punto de derrumbarse.
La maratón de la pizza me vinculó a esa persona y ahora tenemos un vínculo de afecto, sostenido más a mensajes de whatsapp que a encuentros reales. Pero el vínculo está y me hizo poder estar en distintos momentos de la reconstrucción de La Ideal. Le avisaba que iba a pasar, él avisaba al sereno y yo pasaba, entraba y la recorría. Mi forma de querer esta ciudad tiene mucho de eso: interesarme, meterme, recorrer, no buscar que haya un fin.
En esa mesa con mi mamá y mis 3 hermanas pensé en como soy con ellas: charlatán, algo engreído, cariñoso también. Seguro soy así también fuera de esos encuentros, pero hay una forma de ser ahí que se recorta de una manera más clara para mí, porque me veo a mí en sus miradas, en sus gestos, en sus silencios. Me gusta que el vínculo con ellas me deje siempre verme como soy, también que esté ahí al niño que creció con ellas, en el lugar donde crecí, en el entramado que armamos desde antes de poder elegir.
A fin de año siempre ando mucho por Once, uno de mis lugares favoritos de Buenos Aires. Es un lugar infinito. Entre otras cosas busqué una camiseta de futbol de Boca para un regalo para Vicente y casi todas eran de Cavani.
Volví este Marzo a buscar esa misma, porque quería llevarle de regalo a una persona con la que trabajo y que vive en Mendoza una camiseta de Boca con el nombre de Cavani impreso. Paré en la esquina donde siempre están vendiendo: Rodriguez Peña y Corrientes y pregunté por esa remera.
Me dijeron que no había más. “Ahora son todas de Zenon”, me dijo nombrando al jugador que compró Boca este año y que había tenido hasta ahí, dos partidos bastante buenos en el equipo. Me llevé la de Zenon. Después Cavani volvió a hacer goles y Zenon empezó a jugar bastante peor y no sé hoy qué estarán vendiendo. Pero ahí es donde está algo del brillo del Once, en ese pulso que tiene sobre lo que está pasando.
Como si en el medio entre la pasión, el deseo y el objeto no hubiera ni tiempo ni desiciones elaboradas ni estrategias. Deseo y oferta, una maquinaria veloz, precisa y efectiva para contar lo que está pasando en el lugar donde las personas sienten.
En el 2015 nació Vicente y ese año terminé de dejar de escribir. Ya no escribía mucho en ninguno de mis blogs pero seguía con algunas notas. Eso sobrevivió un poco más pero como una estela de algo que ya estaba muerto. Cuando estaba por nacer le pedí a un amigo que tiene una bodega familiar comprar vinos de ese año y los tengo guardados.
El otro día me junté a almorzar con él, algo que hago 1 o 2 veces por año y cayó con un vino de ese año. Mientras lo tomábamos y hablamos de las dos o tres cosas de las que hablamos siempre me contó que tuvo un tema de salud: un día en su casa de desconectó. Dejo de tener registro de donde estaba, con quien estaba, qué estaba haciendo. Los que estaban con él tardaron en darse cuenta lo que pasaba y recién entendieron cuando lo vieron en el hospital.
Le quedó una parte de lo que era prendida pero se fueron apagando las luces que le indicaban casi todas las referencias. Terminó internado y le dijeron que podía ser por stress y que es como que se te apaga un tiempo el cerebro y después vas recuperando, o no tanto, noción de lo que eras. Se recuperó y no pasó de eso.
Nos tomamos casi todo el vino y pensé que algo había para mí entre ese vino, el año y la desconexión.
Pensé que había algo poético, en que esas cosas pasaran ahí, en un encuentro, un día cualquiera. Pero el azar no hace poesía.
Cuando empecé a escribir acá traía textos que había escrito alguna vez y están todavía en alguno de mis blogs para ver qué me pasaba con eso. Muchas veces ya no me pasaba nada, pero me ayudaron a volver a escribir y eso fue un montón. Un poco buscaba saber también qué me pasaba, por qué había dejado cosas, qué nuevas cosas estaba buscando encontrar.
Qué me hacía falta. Después este lugar fue más un lugar donde venir a hacer esto de poner palabras en algún lado porque sino nunca terminaban ni de ser palabras. Ya acá, todas estas palabras ya son memoria, aunque yo tampoco vaya a recordarlas.
Este local está frente al cementerio de Chacarita medio abandonado, o por lo menos cuando pasé estaba cerrado y no estaba claro qué había adentro o si pasaba algo. Es una pena que no sea un café, o un bar donde sentarse a tomar algo porque da justo a una de las entradas o salidas del cementerio, del lado de la isla de Paternal. Podría ser un lugar para eso, mirar la estepa del otro lado, la tierra yerma. Tal vez el lugar donde está lo preserva de ser eso o cualquier otra cosa.
Estoy leyendo este libro y en un momento dice: “cuando antes intente una empresa ser lo que no es, cuando antes trate de tenerlo todo, antes se hundirá”. La tarea es saber lo que son las cosas, o al menos lo que no son.
Ya había cerrado este envío pero me puse a buscar fotos de La Ideal y en el buscador de fotos puse Microcentro y me aparecieron muchas de la maratón de la pizza y de mis visitas a pizerías de esa zona.
Esta es una del que en ese momento era el gerente de Las Cuartetas. Nos recibió en esta oficina, que está en un subsuelo y nos contó de la colección de billetes entre anécdotas de la pizzería. Una de las notas que tiene pegada creo que se la hicieron por la maratón, otra es de cuando Maradona fue a comer después de su casamiento por civil.
Nos contó también que había como 100 herederos de Las Cuartetas y su trabajo era gestionar eso. Recuerdo este encuentro de vez en cuando, y suelo pensar en él, en que me gustaría poder hablar más sobre su trabajo. Me gusta preguntar y escuchar a algunas personas hablando sobre su trabajo, sobre cómo hacen lo que hacen todos los días. Siempre hay agua en ese pozo.
Hace un rato, volvía caminando con Aurora de un paseo en el que fuimos a la costanera norte y visitamos un paseo nuevo que hicieron entre Costa Salguero y el Club de Pescadores. Ahora se puede caminar por un camino de hormigón, bordeando la costa llena de pescadores que, intuyo, estuvieron siempre ahí, solo que no había un camino para verlos.
Había también un bote de madera, y dos hombres limpiando unas redes de pesca que colgaron de una reja de uno de un boliche que está ahí sostenido en alguna concesión floja de papeles defendida en un estudio de abogados.
A la vuelta, ya en los parques de Recoleta, escuché música y crucé con ella el parque para acercarme. Una banda de folklore cantaba a lo que quedaba de una manifestación en la que había hombres y mujeres con pañuelos celestes y carteles en contra del aborto. En el par de minutos que pasé por ahí el cantor hizo un chiste sobre cantar el bombón asesino y después dijo que iba a cantar una que tal vez supieran.
Dijo que la canción que iba a cantar el autor la compuso en la cárcel y cuando ya sé escuché los acordes y los primeros versos. Escuche algo diferente en lo de luna cautiva a partir del comentario del cantor y busqué la historia, que desconocía.
La foto que puse acá arriba la encontré entre fotos que saqué y es de Marzo del 2022. No se ni en qué lugar ni contexto estaba, pero creo que ahora hay mucha gente pensando así. Un montón de discusiones sobre mejor y peor, sobre verdad y mentira, sobre donde estamos y donde estábamos.
A veces me quedo atrapado ahí, en esas discusiones, a veces salgo a caminar como hoy y encuentro otras cosas, los contrastes y los caminos nuevos, las historias que explican la metáfora y las metáforas que no necesitan historia, los pescadores y sus redes, la gente que está siempre y nunca vi.
Gracias por leer