Hallazgo
Un oso en el subte. Los problemas y su explicación. Las cosas que despiertan interés o llaman la atención.
Estoy compartiendo unos días de vacaciones con mi mamá en la playa. Ella está leyendo un libro y el otro día me contó que le gustaba mucho por como estaba escrito. Era algo con una forma de contar en que evitaba los adjetivos, y en el mismo libro, una ficción, lo explicaba con ejemplos. El ejemplo servía para entender que con alguna regla ella había ordenado una técnica. Que esa técnica marcaba un tono en el relato.
Pensé en eso cuando encontré esta foto que saqué en el subte, en Buenos Aires, uno de los últimos días del año. Me crucé con esta mujer con el oso inflado, hice las fotos, y como bajé en la misma estación que ella la fui siguiendo e hice algunas fotos más. Mientras lo hacía pensaba si había algo ahí que contar, más que lo que encontré al principio como llamativo: una persona llevando un oso casi más grande que ella, inflado, con una sonrisa dibujada y un corazón rojo, en el subterráneo de Buenos Aires.
Había escrito hallazgo en lugar de llamativo pero lo cambié, me parece mejor la idea de algo que me llamó la atención. Llamar la atención, despertar interés, está bueno eso, chiquito, fugaz, que puede o no llevar a algún lado.
Esta foto la hice solo para mandársela a Diego y decirle que me había gustado el libro. Ahora también la uso acá y quedará en la memoria de Google que justo ahora me está pidiendo que pague anualmente como los últimos años o vuelva al régimen mensual. A la vez que me pide eso y me manda todos los días recordatorios no me acepta mi tarjeta de crédito como medio de pago. Puede que no sea Google, sino algo que tenga que ver con los bancos, el estado argentino o no se qué pero prefiero sintetizar esto en Google, la memoria que me ofrece, que pago y la advertencia que puedo perderla si no renovamos nuestro acuerdo.
Me gustaría resolver el problema en lugar de encontrarle una explicación, pero mientras no lo logre puedo entretenerme.
No se hace cuántos años leo el newsletter de Diego. Ahí lo busqué y creo que el primero que recibí fue el 18 de Abril del 2020, encerrado en casa seguro. Leerlo me ayudó a leer, a reconocer la importancia del ritmo en la lectura y luego a volver a escribir. Leer su libro me sirvió para recordar cosas que ya había leído y había olvidado. Recordar lo que uno hizo es más fácil porque te pueden ayudar los que te vieron, pero recordar lo que uno pensó es algo más íntimo.
También para pensar que todo lo que vamos a escribiendo se puede editar sin cambiar nada de lo que dijimos y que sea otra cosa. Lo leí en 2 o 3 días y me dio alegría poder decir “mi primer libro del año” luego de un año en que leí poco y mal.
Un título para la ilusión de que voy a cambiar algo del año que se fue.
Saqué esta foto porque me pareció un hallazgo que conviva Lolita y Cachorrita. La dejé en el escritorio de la computadora para verla seguido y ver si se me ocurre escribir algo sobre esto pero nunca se me ocurrió nada.
Quedará en la memoria de Google mientras pague o no la borre para liberar memoria y tal vez algún día encuentre si hay algo para contar, por ahora solo se que me dio gracia, quedará como algo que me llamó la atención.
Diciembre fue como esta pared, capas y capas de cosas pasando una sobre la otra y es imposible separarlas. Buenos Aires es así. O al menos yo veo esto porque es lo que me gusta que sea el lugar al que salgo todos los días.
Aunque agote.
Acá la casa antigua cerrada y tapiada para que no se meta nadie, la pintada esa que está por toda la ciudad de No me baño y los afiches de Román que dicen que ganó el humilde sobre un afiche legal de un budín con relleno sabor limón recubierto con baño de repostería.
Gracias por leer