El día más feliz de mi vida
Hace unos 7 años escribí algo en alguna red social. Una anécdota, una breve crónica de algo que me pasó. Alguien escribió en los comentarios que ojalá nunca dejara de escribir. Lo leí y sonreí, porque había escrito hasta ahí, siempre. ¿Cómo iba a dejar de escribir? Me acuerdo ese día porque casi no escribí desde ese momento. O no escribí más como lo había hecho hasta ahí. Porque nunca dejé de pensar por qué no escribía más, por qué era que quería volver a hacerlo.
Vicente está empezando a leer y a escribir. Escribe todo, diciendo en vos alta lo que pone en palabras con letras de imprenta. Solo escribe en imprenta, el otro día me lo dijo, que no quería hacerlo de otra manera. El otro día lo hicimos juntos y cuando lo felicitaba por cómo lo hacía le dije que era muy lindo escribir y me encontré contándole que yo había vivido de escribir muchos años. Lo dije en pasado. Cuando me escuché pensé que en realidad lo que hice siempre y lo que hago es escribir. Y me di cuenta que no era cierto. Que hacía mucho no escribía. O no escribía más como lo había hecho.
En 2020, tal vez antes, empecé a leer a varias personas que no leía. Uno es Diego Geddes en su Diario de la procastinación. Hace poco escribió: no existe la inspiración, existe escribir. Escribir. Y volver a hacerlo.
El 1 de Mayo escribí, a la mañana, los esqueletos de unos textos para contar algo sobre Roma, su barrio y los trabajadores, y otro sobre las batatas, la cooperativa que las planta en San Pedro y pensé la lista de gente que trabajó en levantar el bar. Cuando estaba con eso me escribieron para contar que mi amigo Bruno había muerto en el vuelo sanitario que lo llevaba de Brasil a Italia, de Rio de Janeiro a Roma. Quise a Bruno como a pocas personas. Lo amé. Iba a escribir amé como a pocas personas y me detuve, y lo cambié. Poner en palabras, escribir, hace que las cosas sean y no siempre es fácil. Vivi, su novia durante años, desde hace algunos compañera y amiga me lo contó así: no resistió el viaje, entro en coma y transmutó. Yo pensé como una estrella fugaz que brilla y se apaga en una estela. Varias horas después Vivi me escribió que Bruno estuvo 16 años con ella, desde que ella llegó a Rio. Bruno estaba hace años con otra pareja y se casó, ya muy enfermo y Vivi fue la madrina en la ceremonia. Bruno llegó en una ambulancia.
Alguna vez escribí esto:
La memoria, ante el vuelo, posada en la pista de donde todo sale
donde todo llega. Desnuda, lista para llenarse de plumas, desnuda,
lista para llenarse de frío. Cuando el tiempo la vista voy a estar lejos
hundido en la resaca del olvido y seré yo el esqueleto de metal,
y sentiré yo el frío, y seré yo al que oxide el aire del mar.
La memoria, ante el vuelo, y en el vuelo el yo,
que cree que vuela porque quiere, que cree que el que vuela soy yo.
Bruno era italiano, nacido y criado en Roma, de padre y madre napolitana. Vivió en Rio de Janeiro más de 15 años. Desde que me enteré que estaba enfermo pensé todos los días en él. A veces le mandaba audios, hablándole mientras caminaba por la calle. Le contaba de Roma, de las pizzas, del barrio, de mis hijos, de lo que lo quería, de lo que había aprendido de él. Me respondía con audios largos, en portugues, en castellano, en italiano un poco. En casi todos en algún momento lloraba. En uno que me mandó un día me contó sobre el día más feliz de su vida. Yo estaba con él, éramos varias personas, era carnaval, estábamos en Rio, cerca del mar y en algún momento él nos llevó a todos a un restaurant que amaba. Estábamos todos fantasiados, cansados, felices, hambrientos. No puedo recordar más que eso pero Vivi me compartió una foto y esta Bruno y la luz de ese momento. Ese día cuando volví a su casa escribí. Lo que recordaba del día, porque era un ejercicio al que me había obligado: cada vez que estaba de viaje escribir al final del día, corregir a la mañana, que algo quede en palabras. Yo estaba ahí donde alguien vivía el día más feliz de su vida.
Bruno murió un 1 de Mayo y me enteré mientras buscaba la escena de la película de Fellini en que Sordi les hace un corte de manga a unos trabajadores que arreglan la ruta. Eso lo recordé después, cuando empecé a buscar la escena solo recordaba a Bruno diciendo Lavoratooorriiii y riendo. Pensé que era de Visconti hasta que me acordé que era de Los inútiles de Fellini. En mi memoria no estaban tan lejos ellos, ni Amarcord de El Gatopardo.
Los primeros años que lo conocí a Bruno no entendía bien de qué trabajaba. Casi todos mis viajes a verlo fueron en carnaval y en Rio parecían trabajar solo los que hacían algo para la fiesta. Hablamos mucho de trabajo y yo pensé en irme a vivir ahí. Bruno me dijo algo así como que era una ciudad linda para vivir, difícil si uno quería progresar en el trabajo. Siempre me quedó resonando esa disyuntiva que él nombro: vivir y prosperar.
En algún momento pensamos en hacer algún proyecto juntos y casi algo hacemos: le había dicho que quería que venga a Roma a hacer pizzas, que íbamos a poder unir un montón de cosas ahí: el nombre de la ciudad que amaba y en la que nunca nos pudimos encontrar, la pizza napolitana que me enseñó a hacer en Rio de Janeiro en verano y terminó siendo su pasión y su trabajo, el estar cerca, cocinar, divertirnos. Y escribir una historia más juntos, y compartirla. ¿Podés creer Bruno que tengo una pizzería y se llama Roma? Nuestros caminos son increíbles. Algo así le dije cuando todavía no estaba enfermo. En uno de los mensajes que me mandó ya enfermo lloraba y me decía que no se quería morir, que él solo quería poder seguir haciendo pizza.
A Aurora le gusta escribir en mi anotador. Los anotadores de hojas lisas son mi conexión con la escritura desde hace años. Los últimos resumen tareas y pendientes, y en algún lugar algunas ideas que se pierden porque rara vez los vuelvo a leer. Aunque le digo que no escriba en la misma hoja en la que tengo mis tareas diarias a Aurora le gusta hacerlo ahí. Aurora aprende porque Vicente está aprendiendo, siguiendo a su hermano en la estela del descubrimiento. Así quedan sus dibujos y el orden de cosas que dejé escrito a la noche: un funeral, los posteos, empezar a escribir esto y un Te amo Papi.