Amor
El camino de una caja de pizza. La importancia de los nombres y las cosas que decimos al pie.
Roma es un proyecto que hacemos los mismos que nos juntamos para La Fuerza. No lo contamos mucho, no porque sea un secreto. Siempre de una u otra manera estamos hablando de eso, de qué decir, de cómo decirlo, de por qué lo hicimos. Más para entender que para justificar. Algo que me encontré diciendo para explicar por qué nos metimos en Roma es que lo hicimos por amor a los bares. Lo dije porque lo escribí. También escribí y luego pude repetir que Roma era una aventura. Amor y aventura. Ahí se explica casi todo.
Roma lo volvimos a abrir un 29 de febrero del 2020. El 13 de Marzo, creo que fue ese día, se declaró el confinamiento. El plan era darle rodaje el bar y recién en primavera salir con delivery. Lo que llamamos rodaje es mejorar, es que la gente te pruebe, te critique, te comente y eso te sirva para mejorar todo. Porque en general cuando empezás casi nada sale bien. Ni siquiera sabes tan bien que es que las cosas salgan bien. Abriendo La Fuerza Bar aprendí que es mejor abrir con el lugar sin terminar hasta el último detalle para después ir completando o terminando el lugar ya recibiendo gente. No es no terminar el lugar, es dejar que el lugar ya vivo, ya con gente, ya con la vida metida adentro te muestre cómo hacerlo mejor. Ahora parece que hay data grande que te ayuda a saber cómo es mejor hacer cualquier cosa y poder decidir bien con anticipación. Cómo saber antes de decidir. No fue el camino que hicimos.
Cuando imaginamos el delivery lo único que se nos ocurrió fue hacer una caja de pizza linda, con una ilustración, y teníamos algunas opciones que hicieron Flor Capella y Martin Laks. Eran muy lindas, pero algo no cerraba. Hablamos mucho de esa caja mientras salimos con una que sellábamos con el nombre del bar que elegimos: Roma del Abasto. Ya ese nombre fue el final de un montón de charlas que empezaron cuando nos dimos cuenta que algunos le decían Bar, otros Café y que en ningún lugar estaba escrito si era que tenía un nombre oficial. El único lugar donde el nombre del bar estaba escrito era en los vidrios del frente. Solo Roma. Elegimos Roma, y agregamos del Abasto, porque hay muchos Roma, incluso un bar notable histórico en La Boca. Sentimos algo lindo en el nombre compuesto, en incluir la pertenencia, el barrio. También me vi diciendo que teníamos que apropiarnos del nombre, que cuando la gente escuche Roma piense en el del Abasto. Estúpido y soberbio pensar que uno se apropia de algo. Pensé bastante después en esto, en la idea de apropiación, como se usa en temas comerciales y de marketing. Es la misma idea de adueñarse de algo, de tener el control. El recorrido con Roma me ayudó en la idea de que el camino siempre es hacia adentro, es ser genuino, es ser real, es ser verdadero. Si eso está, alguien lo va a reconocer y valorar. Raquel Rosemberg, la mujer que más me enseño sobre ser periodista una de las primeras cosas que me dijo antes de que pueda firmar una nota fue que el nombre es lo más importante. Es lo mismo que siempre me decía mi papá, aunque él hablaba solo del apellido. Es lo mismo pero no es igual.
Un día Pablo Osan, que trabajó desde la obra de Roma, rescató un diseño de Martín Laks. Era el frente del bar, la fachada de la ochava. Todo cerró perfecto: una esquina del Abasto en tu casa. Siempre las mejores ideas son simples. Con Pablo le empezamos a escribir algo más y en uno de los lados quedó: Pizza y vermú, romance de barrio. Nos gustó eso, tanguero, romántico, tonto también. Nuestra pizza es del tamaño tradicional de la pizza porteña de 8 porciones, es media masa lo que hace que sea más alta que las que son a la piedra y nos encontramos con muchas cajas finas, sin la altura necesaria. Muchas cajas también tenían el tamaño de las pizzas estilo napolitano que ahora abundan. El que tenía las cajas no las imprimía y el que también las imprimía no tenía todos los tamaños de caja que necesitábamos. Tardamos meses en encontrar el proveedor, el que las imprimiera, en el diseño, en los textos y en tenerla en Roma. En Enero, casi 1 año después de reabrir el bar logramos tener la caja. Para la presentación a los primeros 100 pedidos les sumamos de regalo unos crayones que nos dio Ricardo, un amigo, que trabaja en Papelera Bariloche. Un regalo a Roma para que desde Roma lo regalemos. La idea daba vueltas en lo de pinta tu esquina y pintaras el mundo. Acá era más colorea tu esquina. No se si alguien lo hizo. Vicente sí.
Pichu, así agendé al que imprimía las cajas porque así lo tiene agendado Pablo. Con Manuel fuimos un día hasta el lugar donde las hacía sin idea de lo que íbamos a encontrar. La empresa se llama Aeropol y su mayor ocupación es confeccionar esas bolsas grandes de tela plástica en que se carga arena. Yo las conocía de verlas con arena, él me terminó explicando que se usan también para juntar botellas para reciclar, minería, azúcar y muchas cosas más. Nos contó que es un problema qué se hace con las bolsas después de los varios usos que soportan, y que por eso algunas empresas ya piden que no les pinten el nombre. Mientras nos mostraba la gran nave en que trabajadores imprimían, cortaban y cocían las bolsas nos contó que empezó con un primo que le dijo a su papá de unas bolsas que se usaban en Córdoba, les mandó algunas, se vendieron muy rápido y eso los alentó a buscar más. La misma tela se la empezaron a comprar los que en los 80 hacían pasacalles, hasta que para una campaña política les pidieron de a cientos iguales. Necesitaban repetir muchas veces el mismo mensaje y los mismos nombres, no una declaración de amor. Los que hacían los pasacalles no hacían en serie, pintaban cada uno a mano, así que con su padre se pusieron a aprender de serigrafía y los terminaron haciendo ellos. “Eso nos metió en el negocio de la publicidad”, dijo. Eso también los llevó a meterse a imprimir en serie y terminaron teniendo 5 máquinas para serigrafiar. Nos explicó que la serigrafía es cara al principio, pero después imprime barato. Hay que hacer mucho para que el costo de poner a andar todo se justifique. Las nuevas máquinas permiten hacer pocas cantidades y ahora se necesita mucho más eso: poco a un precio razonable. Hoy queda 1 máquina para serigrafiar y varias grandes que imprimen piezas gigantes. En la nave había apiladas varias de películas y justo esos días se había anunciado la reapertura de los cines, luego de cerrarse, luego de haber abierto por unos meses, luego de estar cerrados desde ese 13 de Marzo. Cuando llegamos a la máquina que estaba imprimiendo las cajas nuevas de Roma el fondo era todo de imágenes repetidas de Star Wars. Saqué una foto, y le dije que me parecía increíble que esté ahí la caja de Roma y La Fuerza, todo en el fondo de una nave y imprimiendo una caja donde Roma se lee como se ve desde adentro de un bar. Le dije que en esas cosas yo veía azar, y en el azar algo poético. Me dijo que tal vez él había preparado todo, que por eso me pidió que lo espere un poco, que tal vez era toda una escenografía. Se río, un poco yo también. Le dije que no importaba, que las cosas son según cómo uno las quiera mirar.
La idea de imprimir Roma al revés apareció de una anécdota que parece obvia pero tal vez no lo es tanto: desde adentro del bar Roma se lee Amor. Desde que abrimos Roma todo fue más adentro que afuera, que era lo que imaginamos. Siempre pensamos que los bares se terminan de hacer de afuera hacia adentro. La pandemia dio vuelta todo, dejó la gente lejos y todo cerrado. Fue salir a hacer Roma, terminar de armarlo, con la experiencia de personas que estaban lejos y casi no podían salir de sus casas. Nadie que entre, que te ayude a saber qué cambiar, qué hacer, cómo terminar de armar el bar. Un otoño y un invierno entero así. Lo del encierro y Roma, lo del amor en Roma fue algo que contamos. Como esas cosas que tiras a ver qué pasa. Algunos nos dijeron que no lo habían pensado, otros que era lindo. A veces que algo sea lindo es suficiente para hacer algo con eso. Al final decidimos imprimir 1000 cajas de la caja edición Amor y las discusiones fueron varias: si Amor iba a respetar la R al revés o iba a estar al derecho, si los Roma más chicos de las ventanas también iban a girar, si íbamos a agregarle algo más al diseño, si íbamos a sumar algún otro texto. Escribí en un documento de word todas las ideas para que escribirlas me ayudara a saber. Al final mantuvimos la R al revés y los textos elegí dos: uno de una canción, el otro uno que leí por primera vez en el cuadro que está colgado en un bar de la calle Quintana en Recoleta. Una frase que alguna vez, cuando todavía trabajaba para Cinzano, compartí con compañeros de trabajo y pasó desapercibida. Era algo que me importaba a mí. Hace poco Julian me la compartió, con la historia del que sería su autor: Gustav Malher: “La tradición no es la adoración de las cenizas sino la preservación del fuego”. Arriba de amor iba a escribir Gracias por ser parte de este, para que sea un agradecimiento a todos los que pidieron lo que hacemos en Roma pero me parecía medio tribunero. Me gusta usar esa palabra y ser tribunero también, lo he sido, es un recurso. Como lo conozco y lo he usado también me doy cuenta cuando elijo evitarlo. Al final se me prendió una canción con amor y me pareció que tal vez al que lea también le iba a pasar y era una canción alegre y triste y ahí estaba también el fuego y las cenizas.
En La esperanza de los Azcurra fue donde vi por primera vez un afiche de Prensa Libertad. Martín, uno de los que hicieron el bar algo me dijo sobre ese lugar y sobre la persona que imprimía. El bar, que se inspiraba en los bares españoles de tapas y raciones tenía las paredes llenas de afiches. En ese momento no era común, ni las paredes así ni un bar como ese. Escribí una nota hablando muy bien del bar, en parte porque estaba bien lo que hacían, en parte porque sentí que era el tipo de bares de los que quería que haya más. También escribí algo sobre mi visita y una charla que tuve con María, la hermana de otro de los dueños. Si lo pienso, más o menos como ahora escribo acá: cuando me pasa algo que me da ganas de contar.
Cuando abrimos Roma descubrí que Prensa Libertad estaba a 3 cuadras del bar. Escribí a su cuenta de Instagram, conocí a Federico, fui a visitarlo, compramos un cuadro, pensamos una acción con una imprenta que lleva en la parte de atrás de una bicicleta que se suspendió y colgamos un cuadro de él sobre la Primavera. Una cita de Roma Ciudad Abierta. En mi visita al taller de Federico descubrí que en los dedos de su mano tiene tatuado Roma, en sus dedos índice, mayor, anular y pequeño. Me contó que el inicio de la pandemia lo agarró en Roma, y que un día salió entre restricciones a repartir unos cuadernillos que había impreso con la letra de Bella Ciao. Meses después caminando por Villa Crespo en un camino desde Ortuzar hasta Recoleta me crucé con este afiche. Le mandé la foto a Federico y mientras caminaba le escribía, diciendo que teníamos que volver a hacer algo, le conté de la idea de Roma y Amor, de la caja y escribiendo pensé en la idea de hacer un fanzine que se despliegue en un póster y que eso podía venir con la caja y que la gente lo pudiera guardar y colgar y en tener un recuerdo de este tiempo. Algo que nos recuerde qué pasó. El póster algo dice de eso, del después de la guerra, del deseo de bailar. El póster que está en Roma e hizo Federico también. Dice que vendrá la primavera y será más hermosa que todas porque seremos libres. Federico me mostró como había armado con tipos el Roma y el Amor, formando un círculo. Me dijo que podía ser algo que la gente gire y lea sobre Roma o el Amor. Me mostró un modelo de un diario que alguien imprimió alguna vez en Córdoba. Al final le escribí unos textos para rodear ese círculo y le dije que podíamos cambiarlos todos, que me dijera el espacio y con eso terminábamos de decidir, no lo que contábamos, sino cómo lo contábamos. Si con muchas palabras o con pocas.
Fede me pasó primero el modelo por whatsapp, después nos juntamos en Roma. Juntarse a corregir estas cosas es un montón de tiempo en ir hasta el bar, tomar un café, charlar, que aparezcan otros temas que no son por el que nos juntamos. Perder el tiempo. Algo hermoso que la pandemia puso en riesgo cuando nos encerró y nos puso en la cara el manual de la eficiencia. Una vida sin traslados, sin tiempos perdidos, sin transito de un lado a otro, sin la deriva de la charla en el paisaje de un lugar que no está enmarcado en una pantalla. Hicimos algunas anotaciones para cambiar. Yo pensé que para el que lo leyera no estaba tan claro el por qué de cada texto. Tuve que explicarlo, que un párrafo era sobre el amor, el otro sobre Roma, otro sobre por qué este póster. ¿Para qué explicar tanto? Mejor mandarlo y que vuelva lo que vuelva, que se lea nomás.
Cuando vimos la caja con Fede le dije algo que pensé: cuando le contamos a alguien sobre Roma, que abrimos y tuvimos que cerrar a los pocos días muchos se apiadaron de nosotros. El no me arrepiento es un poco sobre eso. También pensé en algo que dice la canción: Amar es un milagro. Roma es amor.
Cuando el texto ya casi estaba listo Federico me dijo que había pensado en imprimirlo en una máquina Linotype. Me explicó que fue el paso intermedio entre lo que hace él, armar letra por letra, y la impresora moderna. Moviendo los brazos me contó que era un teclado en el que uno apretaba las letras y la máquina traía cada letra y armaba el texto. No entendí todo. Menos cuando después me contó que el proceso empieza siempre unas horas antes, el tiempo que tarda el plomo en fundirse. Sí entendí que lo hacía con una persona que tenía más de 80 años, que casi no salía de su casa en pandemia. Le pedí que haga alguna foto, que filme, que logre algún registro. Y en el texto del pie del póster le pedí que agregue su nombre y el de él, que iba a activar esa máquina. Creo que lo pensé porque cuando empecé a escribir en este espacio agregué en la firma de mi mail abajo de La Fuerza y Roma: Escribo en y el link acá. Que al pie de cada uno de mis mails diga que lo que hago también es esto.
El póster terminó reuniendo un montón de cosas: la explicación de un nombre, palabras sobre Roma y sobre el Amor, el aniversario del bar, los nombres de los que lo hicieron, la foto de Jesús y Laudino, las marcas del trabajo y la máquina con la que se hizo. Como si en el recorrido de la idea hubiera ido cargando cosas. Una preciosa carga, como dice un dibujo de Isol en el que un padre carga a un hijo en la espalda que me regaló Caro. Amar es un milagro. 1000 posters y 1000 cajas. Roma es amor. Con cada pizza grande 1 póster de regalo. Todo un recorrido que termina en un envío, a alguien, en algún lugar, hasta que se termine.
Amor
Excelente Martín! EL Motor del Amor es la Pasion por lo que uno sueña. Abrazo Grande.
Cuando se juntan trabajo y amor... casi nada más importa. Gracias por compartir esta experiencia Martín, es muy inspiradora.